jueves, 30 de agosto de 2018

Errores masivos de criterio


El término le pertenece al autor y orador estadounidense Jim Rohn (1930-2009) y hace referencia a quienes permitían que sus hijos gastaran la totalidad del dinero que recibían: “Es solo un niño, es solo un dólar…” y cómo ese comportamiento iba a impactar en su vida de adulto.

Quiero ahondar en ello con tres ejemplos criollos.

El protagonista del primero es Lionel Messi. En uno de los miles de memes generados durante el mundial de Rusia, aparece con el uniforme del Barcelona, donde ha ganado todo, y al pie de la foto se lee “Empresa privada”. Al lado, otra imagen con el uniforme de Argentina y dice “Empleado del Gobierno”. Como chiste, está simpático. Como meme, es un mito peligrosísimo que no podemos tomar a la ligera. Ya es hora de acabar con esa extraña asociación que maneja el vulgo.





Todos sabemos que hay funcionarios del sector público que son vagos y mediocres, pues tienen el puesto asegurado sin importar su desempeño. Sin embargo (entendámoslo de una vez) la empresa privada no siempre es un “reloj suizo”. A menudo, está muy lejos de ser un dechado de eficiencia. Muchos de sus empleados llegan al trabajo y dedican una parte considerable de la jornada a hacer que hacen: se pintan las uñas, hablan de futbol y pasan pendientes de su teléfono. Así, hasta el día de pago.

Del mismo modo, hay muchísimos trabajadores (en ambos sectores) que son competentes, aprovechan el tiempo y se merecen cada colón que devengan y hasta más.

El segundo caso está en Cuesta de Moras (aunque tal vez el nombre más apto sea cuesta demoras). Ahí también hay muchísimos funcionarios vagos y mediocres. Diputados y asesores. No todos, por supuesto porque el peor error es generalizar. Pero sí hay más de un pegabanderas que sabe que el puesto le queda muy grande y no se lo merece. Como señalaba don Julio Rodríguez, aceptar un cargo para el que no estamos capacitados es el primer acto de corrupción.

¿En dónde fallamos los que estamos fuera de ese mundillo? En no instruirnos, en opinar con la seguridad que da la ignorancia. El error masivo de criterio aquí es considerar que legislar es como hacer pantalones, con lo cual, una Asamblea en cuyo periodo se aprueban 12 leyes es el doble de buena y productiva que una que apruebe 6. Y no funciona así. Más cantidad no necesariamente es más calidad. Un informe de 40 páginas puede ser más completo que uno de 60. Esto es válido para un currículum vitae, una tesis o un discurso.

Tercer y último caso: creer que nuestra educación mejoraría con más recursos. Y por mandato constitucional se le debe asignar el 6% del producto interno bruto. Grave error: lo que necesitamos son más profesores y estudiantes con amor propio, como los del quinto párrafo.

Es más, en época de déficit fiscal, si es cierto que como dicen nuestros expresidentes, todos debemos sacrificarnos, convendría reducir dicho gasto por uno o dos años. O tres. ¿En cuánto? Yo no sé. Es tarea para los economistas. Y si eso que acabo de proponer es un sacrilegio para algunos, no se preocupen, tengo otro y va de la mano: ¿qué tal si empezamos a evaluar la calidad del gasto público?

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