jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuchillo pa su pescuezo

Llego tarde con este comentario, yo sé. Pero no podía dejarlo pasar. Y con la selección eliminada del Mundial es más fácil hablar de otra cosa que no sea futbol. Sobre todo, es preferible.

Me refiero a una publicación de la periodista Karen Fernández Monterrosa, del Diario Extra el pasado 14 de febrero, donde relataba que “un grupo de cuidacarros se encuentra muy molesto con la Comisión Organizadora de los Carnavales de Puntarenas debido a la decisión de estos de cobrarles una cuota de diez mil colones para realizar dicha función”. Continúa la nota, textualmente: “Lo que molesta a los improvisados trabajadores es que consideran que este cobro es ilegal, pues las calles son públicas (...)”
Ahí está. Eso era lo que yo quería oír. Como dicen los abogados: a confesión de parte, relevo de pruebas. En mi pueblo esa frase se resumiría aún con más sencillez: es cuchillo para su propio pescuezo.
A mí me resulta sumamente curioso, por no decir incomprensible: es ilegal que les cobren a los cuidacarros porque las calles son públicas, y sin embargo los cuidacarros sí pueden hacerlo en idénticas condiciones.
¿Seguimos? Sí. “Por esta situación, José Guido Castellón junto a Yamileth Rivas Delgado, Alexander Calderón y Cornelio Sequeira Hernández se presentaron en la fiscalía de Puntarenas para poner la denuncia ante lo que consideran un abuso.”
Que alguien me explique, porque no entiendo el razonamiento de estos cuidacarros de marras. ¿Por qué no les pueden cobrar a los cuidacarros pero ellos sí pueden cobrarle a los conductores?
Que alguien me explique. Despacio y desde el principio, pues no sé ni siquiera dónde me perdí. ¿No es la misma historia del ganso y la gansa?
No pretendo agotar el tema, es la última de mis intenciones; ya que es bastante amplio. Se las trae. Hasta alcanzaría para rodar una telenovela. Un título podría ser Los cuidacarros también lloran.

La Nación, 1º de julio de 2006

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